lunes, 17 de febrero de 2014

NIÑOS ROBADOS. EDUARDO GALEANO

NIÑOS ROBADOS.

EDUARDO GALEANO
                                                Febrero 14
Los hijos de los enemigos fueron botín de guerra de la dictadura militar argentina, que robó más de quinientos niños en años recientes.
Pero muchos más niños robó, durante mucho más tiempo, la democracia australiana, con permiso de la ley y aplausos del público.
En el año 2008, el primer ministro de Australia, Kevin Rudd, pidió perdón a los indígenas, que habían sido despojados de sus hijos durante más de un siglo.
Las agencias estatales y las iglesias cristianas habían secuestrado a los niños y los habían distribuido entre las familias blancas, para salvarlos de la pobreza y de la delincuencia y para civilizarlos y alejarlos de las costumbres salvajes.
Para blanquear a los negros, decían.

OTROS NIÑOS ROBADOS.


Febrero 15
El marxismo es la máxima forma de la patología mental —había sentenciado el coronel Antonio Vallejo Nájera, psiquiatra supremo en la España del generalísimo Francisco Franco.
Él había estudiado, en las cárceles, a las madres republicanas, y había comprobado que tenían instintos criminales.
Para defender la pureza de la raza ibérica, amenazada por la degeneración marxista y la criminalidad materna, miles de niños recién nacidos o de muy corta edad, hijos de padres republicanos, fueron secuestrados y arrojados a los brazos de las familias devotas de la cruz y de la espada.
¿Quiénes fueron esos niños? ¿Quiénes son, tantos años después?
No se sabe.
La dictadura franquista inventó documentos falsos, que les borraron las huellas, y dictó orden de olvidar: robó los niños y robó la memoria.
Imágenes  de Marcelo Saratella.
Febrero 16

Macarena Gelman fue una de las muchas víctimas del Plan Cóndor, que así se llamó el mercado común del terror articulado por las dictaduras militares sudamericanas.
La madre de Macarena estaba embarazada de ella cuando los militares argentinos la enviaron al Uruguay.
La dictadura uruguaya se hizo cargo del parto, mató a la madre y regaló la hija recién nacida a un jefe policial.
Durante toda su infancia, Macarena durmió atormentada por una pesadilla inexplicable, que noche tras noche se repetía: la perseguían unos hombres armados hasta los dientes, y ella despertaba llorando.
La pesadilla dejó de ser inexplicable cuando Macarena descubrió la verdadera historia de su vida. Y entonces supo que ella había soñado, allá en la infancia, los pánicos de su madre: su madre, que en el vientre la estaba modelando mientras huía de la cacería militar que por fin la atrapó y la envió a la muerte.
De Los hijos de los días, Siglo XXI, Buenos Aires, 2012.

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