Civismo. Rosa Montero
Ya lo
dijo Calderón de la Barca: por pobre y mísero que estés, si vuelves el
rostro siempre podrás descubrir a alguien en peores condiciones que
recoge tus sobras. Por desgracia estos versos describen literalmente
nuestra sociedad del desperdicio, en la que es habitual ver a la gente
rebuscando en los contenedores de basura. Incluso me han contado que
algunos supermercados, para evitar que los pobres se agolpen en sus
puertas a escarbar los residuos (les debe de parecer poquísimo
elegante), rocían los deshechos con lejía para que no los puedan comer,
lo cual, si es cierto, me parece una de las actitudes más miserables que
he oído en mucho tiempo.
Pero aún hay seres más desprotegidos. Parece que la crisis va a
perjudicar bastante a
los animales: varios países de la UE ya han
incumplido las nuevas normas de protección para los animales de granja. Y
todavía peor está la cuestión de los animales en nuestro país por la
ligereza cañí con que el PP se ha puesto a resucitar la España de
estoque y pandereta: esa Comunidad de Madrid que organiza visitas
escolares a las plazas de toros, ese ministro de Educación que lo
primero que dice es que va a meter dinero en la fiesta taurina ¡y con
esta crisis! Yo no estoy a favor de la prohibición de la fiesta de los
toros: ya está languideciendo sola a toda prisa, y el prohibicionismo,
me parece, sólo le proporciona oxígeno.
Pero el énfasis taurino de este
nuevo gobierno, y su obsesión en convertirlo en rasgo identitario, me
espeluzna por su ranciedad y su incultura, porque el grado de civilidad
de un país se mide en cómo trata a los animales. Ministro Wert:
demuestre que no vive de espaldas a la modernidad y, ahora que se están
definiendo los contenidos de la asignatura de Educación Cívica, incluya
el respeto básico a los animales. No hace falta hablar de los toros:
dejemos eso dentro de una burbuja de silencio. Pero intentemos sacar
siquiera un poco a este país de la barbarie.
Fuente:
El País. 21-02-2.012
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