Llega un momento en la vida en el que lo que uno más valora cuando va a comer es que no le siente mal lo que toma; para ello es necesario que la materia prima sea de excelente calidad y se eviten alcoholes, grasas, hidratos de carbono... Es lo contrario del "bebe y come todo lo que puedas" de la juventud.
La experiencia, el paso del tiempo te va sugiriendo la importancia de una buena ensalada, verduras en estado puro, regadas con un buen aceite de la sierra norte y poquita sal; sin alharacas, en pequeñas dosis, sin prisas. Un buen pescado, mostrándose tal cual es, al horno y sin adornos, con carne fresca, blanca y pura, sin salsas que desvirtúen su sabor. Todo con un buen caldo de la tierra, que nos recuerde de donde venimos, y sin pan, picos o postres que puedan desviarnos de nuestro objetivo: disfrutar de los sabores y hacer una buena digestión que nos permita ser felices, al menos en ese "aquí y ahora" de nuestra vida.
Pero, ¿de verdad que os lo estabais creyendo? Donde haya un buen puchero de garbanzos...
¿Hablamos de educación?
¡Qué bonito es sugerir...que cada uno interprete lo que quiera! Saludos gastronómicos.
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