Xavier Melgarejo: "La escuela finlandesa está abierta y al servicio de la comunidad, aquí todo son puertas cerradas"
Cuando se analizan los sistemas educativos, a menudo
Finlandia aparece como la referencia, por su presencia continua al
frente de los informes PISA de la OCDE. Pero ¿cómo lo hacen para obtener
los mejores resultados del mundo? Xavier Melgarejo, licenciado en
Psicología y doctorado en Pedagogía, se ha dedicado voluntariamente
durante más de una década a descubrir las claves del éxito del sistema
educativo finlandés. Desde su despacho en la escuela Claret de
Barcelona, centro del que ha sido el director, Melgarejo intenta que
sigamos el ejemplo de Finlandia.
La primera pregunta es obligada. ¿Cuál cree que es el secreto de la excelencia en los resultados de los alumnos finlandeses?
La fórmula del éxito del modelo finlandés es muy compleja, pero si me
tuviera que quedar con un factor, sería sin duda la brillante formación y
selección de su profesorado. Por eso van por delante de todos los demás
países, no sólo del nuestro.
¿Qué pasos debe seguir un estudiante para ser maestro?
Para empezar, tener una media del bachillerato y de la reválida
superior al 9 sobre 10. Luego, cada facultad hace tests y entrevistas
personales, y además de valorar el rendimiento miden también el grado de
sensibilidad. Por muy brillante que sea el alumno, si no ha estado
nunca en un grupo de ocio o no ha hecho nunca de voluntario en una red
de apoyo a inmigrantes, por ejemplo, es probable que no lo seleccionen.
Sólo en torno a un 6% de los aspirantes entran en las facultades de
magisterio, porque una cantidad enorme de jóvenes quieren ser docentes.
Y después de la selección, ¿como son los estudios?
Tienen muchos más créditos. Se realizan alrededor de 6.000 horas de
estudio, el triple que en España. Además, tienen que hacer una tesina y
unas prácticas en escuelas de alta calidad donde el profesorado que
trabaja en ellas es el mejor del país. Por lo tanto, todo está pensado
para que los estudiantes de magisterio reciban una formación de máxima
calidad. Por eso la profesión está tan bien valorada socialmente. Es un
honor ser maestro, en Finlandia.
Aquí el profesorado está en pie de guerra con la Administración, tanto la catalana como la central.
Aquí los docentes luchan mucho, hacen grandes esfuerzos. Con las
condiciones adversas actuales, es sólo gracias al profesorado que el
fracaso escolar no es todavía más elevado. En Finlandia el abandono
escolar, a pesar de haber crecido bastante en los últimos años, no llega
al 9%, mientras que aquí supera el 25%. Y la política aquí tampoco
ayuda, claro.
¿En Finlandia hay
consenso en torno al sistema educativo, o también se cambia la ley en
función del color del partido de Gobierno?
Hay un consenso tan grande que, sólo el currículo, se retoca cada diez
años. Y las leyes duran mucho más porque se aprueban con los dos tercios
del Parlamento. Las tocan aproximadamente cada treinta años. Si no hay
un pacto de Estado, la educación está en crisis, porque el profesorado
está desconcertado.
Con el nuevo anteproyecto de ley que prepara el ministro José Ignacio Wert, ¿nos acercamos o nos alejamos del sistema finlandés?
Ni lo uno ni lo otro. Según la OCDE, en este siglo habrá seis
escenarios de sistemas educativos. Uno de ellos será el burocrático, y
actualmente el sistema español tiene en un 80% los rasgos de este
modelo: la escuela debe responder a todos los problemas de la sociedad
(desde la educación vial hasta la sexual) con un currículum muy
centralizado. Además, la educación debe abarcar todas las etapas del
niño, desde la infantil hasta la postobligatoria. La principal
característica de este modelo es la igualdad. Ahora lo que quiere hacer
el PP con la LOMCE es virar hacia el modelo llamado de mercado, que
tiene cosas buenas, como el hecho de favorecer la innovación, pero que
rompe con la igualdad. En este escenario, la escuela debe servir para
producir trabajadores adaptados al mercado, ya no puede estar aislada
como hasta ahora.
Y el modelo finlandés, ¿cerca de qué escenario se encuentra?
Está entre los llamados "Corazón de la comunidad" y "Comunidad de
aprendizaje". Entiende la escuela como el corazón de la comunidad, un
motor social, un centro cultural, el lugar más importante del pueblo y
allí donde se destinan los primeros recursos. Todas las escuelas son
públicas y están abierta y al servicio de la comunidad: los padres
pueden participar, se pueden formar para ayudar, hay actividades
extraescolares, los ordenadores quizás están al servicio de todos los
ciudadanos... Las puertas de la escuela están abiertas. En cambio aquí
todo son puertas cerradas. Las características principales de este
modelo son la equidad y la calidad.
Explicaba que en nuestro modelo el currículo está muy centralizado. Si
se aprueba la LOMCE, el 100% de los contenidos de las asignaturas
troncales los elaborará el Ministerio.
En
Finlandia la descentralización es tan grande que el 90% del currículo se
elabora municipalmente. Creen que quien debe adaptar los contenidos
debe ser la gente más cercana a la comunidad. Pero para hacer eso tienes
que formar a los maestros para que sean capaces de crear contenidos. Y
confiar en ellos. En Finlandia no hay inspectores de educación. Y serían
impensables, como quiere aprobar el ministro, reválidas elaboradas por
el Estado en primaria.
Uno de
los argumentos a favor de estas evaluaciones es que servirá para
detectar pronto las dificultades de los alumnos y así evitar el fracaso
escolar.
No me parece mal. En Finlandia el
fracaso también se combate desde el inicio. Pero el problema es que, una
vez se detecte, ¿cómo se actuará? Porque recursos no hay. Además, ¿el
profesorado está preparado para gestionarlo? Si en clase tienes un niño
con TDA, otro que tiene dislexia, uno con problemas auditivos... y no
tienes recursos extra, ¿qué haces? Es un desastre. Sobre todo, con las
ratios que tenemos aquí.
¿Cuántos alumnos hay en las aulas finlandesas?
Unos 15 o 16 niños por aula. Y cuando hay alguno con problemas graves,
como autismo, por ejemplo, sólo hay diez. Y teniendo en cuenta que el
alumno que tiene estos problemas cuenta con apoyo especial.
Y el fracaso, pues, ¿cómo se combate?
A la que ven que un alumno tiene dificultades, le destinan todos sus
recursos: logopedas, psicólogos especializados... Hace unos días escuché
al embajador de Finlandia en Madrid que decía que su hija había tenido
dificultades en un curso inicial de matemáticas. Le buscaron un pedagogo
específico en la materia y, en tres sesiones, le desbloquearon el
problema. A veces se trata de que alguien entienda cómo afrontar el
problema desde el inicio.
¿No es cuestión de trabajar más horas?
En primaria, en Finlandia hacen 608 horas lectivas, mientras que en
España, 875. Así que no hay una correlación entre el número de horas
lectivas y éxito escolar.
Y aún
sabiendo que la mejor solución para combatir el fracaso escolar es
atacarlo desde el principio, en Finlandia los niños y niñas no se
escolarizan en la etapa infantil. ¿Cómo es eso?
La etapa infantil es importante, pero tampoco es determinante. Al menos
en Finlandia lo ven así. Quizás aquí es mejor que los niños y niñas
vayan a la guardería por cuestiones de equidad, especialmente cuando las
familias tienen dificultades económicas o déficits culturales.
Y si no apuestan por la educación infantil, ¿cómo es que desde pequeños ya lideran los rankings de PISA?
Una de las razones, como siempre, es que el profesorado está muy bien
formado. Y la otra es que, en contra de lo que dicen muchas corrientes
actuales, los finlandeses creen que por razones neurológicas la lectura y
la escritura se aprenden mejor a la edad con la que entran en la
escuela, alrededor de los siete años. Y a los nueve años ya son primeros
del mundo en comprensión lectora, cuando nosotros o los franceses o
muchos otros llevan años trabajando...
Así pues, ¿apuestan por la comprensión lectora?
Sí. Para ellos es un pilar fortísimo, y en ello la familia ayuda mucho.
Todos leen en casa. Allí tienen el mayor número de libros y bibliotecas
por habitante del mundo, y el 80% de las familias van una vez a la
semana a la biblioteca a leer. Toda la comunidad presiona a los niños
para que se acerquen a la lectura. Por ejemplo, la televisión es
subtitulada. Los niños miran los dibujos animados y ¡se esfuerzan en
leer para saber qué dicen!
Subtítulos aparte, ¿por qué cree que esto aquí no pasa?
Es complicado. Ellos tienen desde pequeños este modelo de lectura como
un vector de crecimiento personal y de igualdad. Creo que en España y en
Catalunya la formación personal no es un valor central del país. Aquí
lo que cuenta es ganar dinero, hacerse rico, y no enriquecerse
humanamente. Que a algunas reuniones de padres, en clases de 25 niños,
se presenten sólo siete, es un fracaso de nuestra sociedad. Un reflejo
de nuestra comunidad.
Tampoco ayuda el nivel de pobreza infantil, que supera el 20%. ¿Cuál es la situación en Finlandia?
Antes de la crisis era de entre un 4 y un 5%, y ahora ronda el 9%. Pero
el grado de ayudas que hay allí no se puede comparar. En Finlandia las
becas comedor no existen: todo el mundo tiene que comer en la escuela, y
lo paga el ministerio de Bienestar Social, para evitar que el niño se
vaya a comer a casa y se encuentre la nevera vacía, que es lo que pasa
en muchas casas aquí, una catástrofe. El material escolar y los libros
también son gratuitos, aunque si los pierdes los tienes que pagar. Lo
que hace la Administración finlandesa es dar dinero a la dirección del
centro, y el director decide cómo distribuirlos concretamente. Ahora
bien, ¿qué ocurre si el director lo hace mal?
Usted dirá.
Pues que el alcalde tendrá que despedirlo. Porque si no en las próximas
elecciones el que se tendrá que ir será el alcalde. La gente verá que
la escuela no funciona, y son sus hijos, ¡su patrimonio más preciado! Y
no lo votarán
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